Guemes y sus rojos.


Guemes y sus rojos

Era la noche, Guemes se vestía de furia
sus inmensos soldados
amurallaban la ciudad de voces.
Los alfiles de la tropa penetraban
una y otra vez en la guarida de los reyes.
Las partidas se deshacían en rituales
el, avisto como un paño de inmensidad
el sueño de los hombres americanos
mientras el agua nítida
bajaba desde los manantiales
y la cuadricula del profeta                  
del imperio del norte
se requebraba de voces
 en las espaldas
de los hombres inmanentes
de este cielo, fue
tras la esmeralda
que crece en los montes mágicos
de este mundo de soles continuos
yo, miro ennegrecerse las montañas
mientras crecen los lunares de luz
de las guardas
de este lugar.
Cuando los corazones de los niños
se sumerjan en señales
y cuando las agallas de este pueblo se suelden a los sueños
este hombre descansara por fin en la sangre seca de la simiente
de los enormes dibujos de la luna
en las feroces fauces de los impetuosos rojos
duendes heroicos que trasmutaran la imagen
de un suelo nítido y celestial.