domingo, 18 de diciembre de 2011

Las Grullas


LAS GRULLAS

Siete naves
atravesaron la noche
de los mares en Otoño
cuando la lluvia al instante en el desierto
se aletargaba en alquimias
que desde la noche sonreían. y en el mar
el galeón azul despertaba
espíritus de tristeza y las líneas del agua
detrás del disfraz marcado se desangraban.
Cuando el vapor crecía en el destino que escondía la luz
se encendía el hada que destila voces, de llanto y penumbra
y allí, en cada piedra ruidosa y letal
que la noche dependía
de los hielos, en invierno
los tambores de los héroes se cernían hasta un ruego
que los llamaba a esperar el llanto, la amenaza.
En el rincón de colores fulminantes y rudos
de agudeza lumínica y dolorosa que hay en la liturgia
de las ceremonias demoníacas en la mañana.
Allí el portezuelo recibíra el lamento
de un ave llorosa mutilada en el mar.
 En el espanto fulgurante de la bóveda, donde andanadas de vertientes
vomitan crudos sonidos
de estrellas de furia que los pájaros
alimentan con sus ropas de carroña, las alarmas se oscurecen
y el sol se alimenta
con el detractor augurio de la luz violeta.
Allí el ave se alimenta del ave
y quizás después de la noche
el ruido de los huesos, se transforme en lastima
y luego en Mayo
en la rompiente de los mares
 cuando la luz descargue esmeraldas
de trueno, sonidos de grullas
al estruendo, la losada de los barcos los descargue
y al instante de la muerte
siete grullas atravesaron fantasmas en Grecia
tras la noche de nubes
y epopeyas y muros oxidados, demorados en el cielo
convergerán a Oriente.

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