Salta y la luz
Acuse al miedo,
aquella vez en Salta, morí de
miedo
y lo lleve como un estigma
sobre toda la vida.
Los changos rodeaban la
escalera.
Descalzos.
Y se inmolaban contra el agua
que caía desde las cataratas
despacio fui sintiendo los
pasos contra la vereda
que crujía de miedo contra el
cuerpo.
Descalzo.
Me arrastraba con el en mi
vientre y quería,
vivir como ellos.
disfrutar del sueño de las
rocas pegadas en el fondo del río,
tocarlas y salir despedido
hacia la superficie
despertarme y sentirme fuego.
En la cúspide de aquel palmo
de piedras,
me hundí para siempre en el
silencio,
en la cruz no develada de mis
pensamientos
Hoy ruedo tras el estigma mágico
de aquel sitio
y recuerdo tras la ilusión
la vida de prejuicios.
Quedaran en el pasado,
cuando vierta mi luz
contra el ánima de aquel río
oculto.
Aquellos changos
se batían contra la pureza de
sus cuerpos
Quisiera volver a
encontrarlos y disfrutar como nunca
el devenir de los veranos
cubiertos de figuras olvidadas
y que se junten nuestras vidas
en el silencio
hermoso de las aguas
profundas.
Cesar Javier Altamirano
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